
Desde aquella tarde, el nombre de “Ferrante Kramer” no dejó de repiquetear en la cabeza de Camilo. Tenía como un pájaro carpintero taladrándole la mollera. Ansioso y desencajado como no se lo había visto antes, comenzó a preguntar a los pocos que le hablaban en el canal, obteniendo respuestas negativas en todos los casos: “No, no sé quién es!”, “Ferrante qué??”, “Poeta peruano prohibido?”, y así todos.
No había ni vestigios de un mísero recuerdo del Peruano Dorado dentro de ATC.
“Quizás, los memoriosos, los que vienen del 7 sepan algo”, especulaba en su desesperación por encontrar respuestas, refiriéndose a los empleados más antiguos de canal, antes de su transformación en Argentina Televisora Color (ATC).
Y si bien el “7” siempre fue un número muy tocado, muy a mano en la vida del Peruano, en esta oportunidad nada le aportó a su búsqueda. Por primera vez, no se encontró nada en el 7 de Demian…
“Pero, la gran 7!”, -bramó Camilo, echando mano del número otra vez-, “Algo tiene que saberse de este hombre!”, exclamó. Y no lo hizo en vano…
En tan solo 2 semanas visitó la Sociedad Argentina de Escritores, academias, talleres literarios, universidades, centros de estudios superiores, escuelas primarias y secundarias, editoriales, imprentas, revistas especializadas… Hasta llegó a visitar a Ernesto Sábato y a Bioy Casares para recabar datos de Demian. Pero, nada, nadie sabía de la existencia de Ferrante Kramer. Llegó a pensar que su odisea estaba llegando a su fin.
Pero, no. Cuando menos lo esperaba, la esperanza vino de la mano de un compañero con el que se veía a diario…
- "Ché, qué te pasa Andrade?”
- “Nada, Ernesto… Nada. Parece que la vida ha decidido darle la espalda a uno, y para colmo es hombre y todo peludo…!”, dijo a modo de broma, aunque escondía su tragedia..
- “Ja, ja, ché… Pero, no debe ser para tanto, qué es lo que te hace sentir tan desdichado?”
- “Que estoy hace semanas detrás de una persona, y no puedo encontrar nada… Como si si no existiera!... Bah!, nada distinto de mí, que parece ser que no existo para nadie!”, reflexionó.
- “Para, che… De qué se trata, loco, de una mina?... Estás atrás de una mina y no te da bola?”, repreguntó el compañero.
- “No, estoy detrás de un escritor, algo que ocurrió aquí en el canal, hace más de 10 años, y que creo que puede cambiarme la vida si averiguo más de él”
- “Ah!.. Y de quién se trata?"
- “No lo conoce nadie, no te calentés… Un tal Ferrante Kramer?"
- “Ferrante Kramer?... Qué casualidad, igual que la Fundación que está en la Avda. Mitre, en Martelli, donde yo vivo!”, dijo, suelto de cuerpo, sin imaginar las consecuencias…
No había ni vestigios de un mísero recuerdo del Peruano Dorado dentro de ATC.
“Quizás, los memoriosos, los que vienen del 7 sepan algo”, especulaba en su desesperación por encontrar respuestas, refiriéndose a los empleados más antiguos de canal, antes de su transformación en Argentina Televisora Color (ATC).
Y si bien el “7” siempre fue un número muy tocado, muy a mano en la vida del Peruano, en esta oportunidad nada le aportó a su búsqueda. Por primera vez, no se encontró nada en el 7 de Demian…
“Pero, la gran 7!”, -bramó Camilo, echando mano del número otra vez-, “Algo tiene que saberse de este hombre!”, exclamó. Y no lo hizo en vano…
En tan solo 2 semanas visitó la Sociedad Argentina de Escritores, academias, talleres literarios, universidades, centros de estudios superiores, escuelas primarias y secundarias, editoriales, imprentas, revistas especializadas… Hasta llegó a visitar a Ernesto Sábato y a Bioy Casares para recabar datos de Demian. Pero, nada, nadie sabía de la existencia de Ferrante Kramer. Llegó a pensar que su odisea estaba llegando a su fin.
Pero, no. Cuando menos lo esperaba, la esperanza vino de la mano de un compañero con el que se veía a diario…
- "Ché, qué te pasa Andrade?”
- “Nada, Ernesto… Nada. Parece que la vida ha decidido darle la espalda a uno, y para colmo es hombre y todo peludo…!”, dijo a modo de broma, aunque escondía su tragedia..
- “Ja, ja, ché… Pero, no debe ser para tanto, qué es lo que te hace sentir tan desdichado?”
- “Que estoy hace semanas detrás de una persona, y no puedo encontrar nada… Como si si no existiera!... Bah!, nada distinto de mí, que parece ser que no existo para nadie!”, reflexionó.
- “Para, che… De qué se trata, loco, de una mina?... Estás atrás de una mina y no te da bola?”, repreguntó el compañero.
- “No, estoy detrás de un escritor, algo que ocurrió aquí en el canal, hace más de 10 años, y que creo que puede cambiarme la vida si averiguo más de él”
- “Ah!.. Y de quién se trata?"
- “No lo conoce nadie, no te calentés… Un tal Ferrante Kramer?"
- “Ferrante Kramer?... Qué casualidad, igual que la Fundación que está en la Avda. Mitre, en Martelli, donde yo vivo!”, dijo, suelto de cuerpo, sin imaginar las consecuencias…

- “Pará, pará, que vos sos tan raro que a lo mejor!”..
- “No seas tonto, te lo dije porque me salvaste, creo que estoy a un paso. Me podés conseguir la dirección, o el teléfono?”
- “Mañana te traigo los datos, no te preocupes, Camilo… Fumá!”, afirmó su amigo…
Camilo sonrió y miró al cielo… “¿Decime, barbeta, me estás acercando a dónde yo me imagino?"
Camilo no obtuvo respuesta del Altísimo, pero sin lugar a dudas, se estaba acercando…
Continuará…