28 agosto, 2009

Palabras que matan - Parte 2/3

La primera parte de “Palabras que matan” podría resumirse en tan solo una frase: “El sufrimiento de un hombre”. Pero no de uno común y corriente, sino de un “gran hombre”: Demian Ferrante Kramer”.

De lo que debió soportar en Chile, allá por los años ’60. De cuando fue discriminado y humillado por un grupo de vagos que lo convirtió en un espectáculo circense para su propio disfrute…

Pero el Coloso de Tumbes habría de recuperar muy pronto su dignidad: Amanda, su nueva amiga, sería la encargada de mostrarle el camino....

Con cierto tino, Amanda fue de a poco apartando a Demian de aquella caterva de borrachos, y avivándolo. Era mayor que él, y eso hacía que Demian la respetara mucho más. Demian pasaba cada vez más tiempo con ella…

Con mucho esfuerzo le explicó al peruano que aquellos que se decían sus “amigos” “LE HABÍAN ESTADO TOMANDO EL PELO” desde hacía rato, y que él no podía dejar las cosas así… “Que debía vengarse”. Pero no con un simple escarmiento, sino con algo verdaderamente grande, de lo que nunca se olvidaran.

Demian se rascaba la cabeza, aparentando entender la cosa… “Así que me tomaron el pelo…Asquerosos, idiotas, ya los voy a agarrar!…”, repetía una y otra vez, mientras miraba extrañamente a Amanda...

“¡ENTRE LOS DOS, VAMOS A HACERLES UNA BUENA CAMA A TUS AMIGOS! ... ¿ME ENTIENDES DEMIAN?”

El peruano por primera vez parecía captarlo todo.... Amanda estaba siendo una buena profesora, lo estaba avivando lo necesario para que no lo tomaran por boludo nuevamente.

Quedaron en verse cerca del hotel donde paraban los cuatro chilenos. Desde allí llevarían a cabo la “vendetta”, y Demian recuperaría lo que le habían sacado esa manga de imberbes.

Y llegó el día. Pero lo que parecía simple, no terminó siéndolo.

Luego de más de una hora de espera, Ferrante estaba a punto de volverse al hotel donde paraba. Amanda había faltado a la cita.

No obstante sentirse desprotegido por la falta de su mentora, y también un tanto atemorizado, Demian decidió quedarse y llevar adelante el plan solo. Era un riesgo, no cabía duda… Pero, después de todo, Amanda le había dado suficientes instrucciones para hacerse cargo de aquellos vagos. Todo tenía que salirle bien... “No soy un imbécil, ya van a ver!”, se repetía constantemente para convencerse; en verdad, no estaba muy seguro...

Con el coraje que solamente un descendiente de incas puede desplegar, Demian ingresó al hotel. Sigilosamente, sin que lo vieran, como le había dicho su tutora….

Continuará…

3 comentarios:

Luis dijo...

Pobre Demian, me imagino lo peor!
Laura

©Claudia Isabel dijo...

tengo un mal presentimiento :S

Alimontero dijo...

No entiendo por qué tiene que tomar estas iniciativas...mmmm no me gusta, definitivamente, NO!!

Qué podemos hacer para que entienda Patricio???

besos

Ali

p.d. tu música me encantaaaa! ;-)