Después de más de un año y medio sin poder ingresar al Blog por restricciones de Blogger (no convalidaba la clave de acceso), tenemos el agrado de informarles a los seguidores del PERUANO DORADO que hemos publicado en BUBLOK PUBLISHING el primer libro de Demian, con más de 50 de sus nefastas historias.
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Tambien, existe la opción de descarga como LIBRO VIRTUAL en formato PDF.
Esperamos contar con el apoyo de todos los que nos han seguido y seguramente nos seguirán ahora que pudimos volver a nuestro querido Blog.
Un abrazo a todos.
Patricio D'Orrys
DEMIAN FERRANTE KRAMER, EL "PERUANO DORADO"
La historia del fracaso literario menos resonante de todos los tiempos.
15 febrero, 2016
02 abril, 2014
Ferrante Kramer en el cine: “El western que no fue” – Parte 2/4
Algunos de los que nos
acercaron esta historia del peruano, todos ellos actores jóvenes de aquel
entonces, aseguran que Anthony Mann -el director del filme- parecía despedir
espuma por la boca.
- “Pero por qué no
hablaste antes, peruano?... Hace una semana que estamos parados”, le recriminó
Mann a Demian.
Lo que no sabía el
director era que Demian no había hablado antes porque no sabía montar ni un
caballo de calesita. Pero que había decidido jugarse por la amistad del grupo;
no soportaba ver a sus amigos de otrora con caras por el piso, sin trabajo,
pensando en un futuro sombrío... La cagada se la había mandado él, y solo él
podía reparar lo hecho.... O hacer una cagada mayor, el pronóstico era incierto
tratándose de Demian.
Pero las cartas estaban
echadas... ¿Qué mal podía hacerle a la empresa que perder un poco más de dinero
en celuloide, si ya estaba perdido lo hecho hasta el momento?.. Sin el doble de
riesgo, la película no tendría la acción que la hizo en definitiva diferente,
ni sería el clásico que todos recuerdan. Habría sido un bodrio insufrible.
Los guionistas, y los que
armaban el storyboard (secuencia gráfica dibujada de las escenas que Demian
debía filmar), prepararon durante días al peruano. En un caballo mecánico,
Demian realizaba la ficción de lo que luego serían las escenas verdaderas, con
caballos de verdad. En la teoría, podía decirse que Ferrante conocía las cosas
al dedillo. Hasta había llegado a convencer a los del staff técnico que era tan
bueno como el accidentado Ned Kirby.
No obstante esa seguridad
que aparentaba durante los ensayos, Demian entraba en pánico cuando quedaba solo en el set e imaginaba lo
que se le venía. Comenzaba a sudar como “un caballo” y a pensar en lo peor...
Se veía rodando por el piso, pisoteado por el alazán, sangrando, con la columna
rota, sin dientes... Entonces, “respiraba profundo”, y decía en voz alta:
- Unos, dos y trees!”, y
su rostro recuperaba la sonrisa de siempre, como por arte de magia. Quizás,
imaginándose ganador, y eliminando de esa manera el dolor, la vergüenza o la
humillación que se avecinaban... Vaya uno a saber cómo lo hacía; para Demian,
contar hasta tres lo sacaba de la depresión y le devolvía el coraje perdido...
“Vamos peruano,
vamos!!...Con el caballito de madera no te va tan mal”, se repetía, para
infundirse ánimos. Pero una cosa era con el animal de prueba -algo como el que
usan los chicos en los parques de diversiones-, y otra cosa era “Destroyer”, el
caballo salvaje con el que debería lidiar en tan solo unos días….
Continuar…
21 julio, 2013
Ferrante Kramer en el cine: “El western que no fue” – Parte 1/4
A lo largo de su dilatadísima carrera
artística, quizás haya sido ésta, la historia de hoy, la que más contribuyó a
formar a Ferrante Kramer en el hombre dúctil y abierto que es.
Una especie en
sí misma, un ser único e irrepetible, que tenía prohibido el “NO” como regla de
vida... Un corajudo impertinen que enfrentaba los desafíos que se le
presentaban, entregado abierto como una flor.
Todos sabemos de las incursiones del
peruano en el cine, allá por mediados de los años ’60, junto a Sergio Leone, o
más acá, con Ford Coppola -El padrino- y Scorssese -La Biblia Peruana (aún
no filmada)-.
Pero lo que pocos conocen es la
“oportunidad perdida” de Demian en estas lides. La pantalla grande nos privó de
lo que pudo haber sido su “consagración” artística...
Pero ha quedado el esfuerzo de aquella
participación suya. Ha quedado la memoria; los testimonios que hoy nos permiten
con orgullo construir este hermoso relato de la trayectoria del Peruano Dorado
en Hollywood. Corría el año 1960 cuando...
... la industria del cine estadounidense
estaba abocada a realizar el “western de la historia”. Una película que con el
correr de los años se constituyera en un clásico. Y a la vista de lo que
resultó aquella iniciativa, vaya que logró su cometido...
Desde el vamos, el filme habló por si
mismo. Habían elegido a Anthony Mann, uno de los más prestigiosos directores de
la época, y se barajaban para el reparto nombres como Glenn Ford, María Schell, Anne Baxter, Vic Morrow y David
Opatoshu, figuras estelares de aquel momento glorioso del cine estadounidense.
Ferrante Kramer se
encontraba recién llegado a los Estados Unidos, y el destino lo había llevado a
trabajar como “clarkista” de los grandes estudios de la Metro Goldwyn Mayer
( MGM, la del león). Su trabajo consistía en el traslado de los decorados,
vestuario y cuanto elemento se utilizaba en la ornamentación de los sets de
filmación.
El hecho de ir de acá
para allá, sumado a su habitual simpatía, lo convirtieron en poco tiempo en
casi “una mascota” de los directores y actores de la época. “Peruco, vení,
sosteneme esto”, “Me vas a comprar cigarrillos, peruano?... El vuelto es para
vos!”, “Me hacés un favor, me atás los cordones?” o “Me tocás el pito? (esto
último referido al pitido que se estilaba al finalizar la jornada de trabajo),
eran frases aparentemente serviles y humillantes que en realidad escondían el verdadero cariño que en
el fondo sentía aquella gente por Demian.
Todos querían al peruano,
nadie lo ocultaba... Y muchas veces pensaban en él como parte de ese “gran
circo” que es Hollywood -acaso por su actitud payasesca y su proclividad al ridículo-, pero no encontraban la manera de brindarle esa
oportunidad.
Hasta que un día, de esos
mágicos que caracterizaron siempre la vida del Peruano Dorado, la puerta
pareció abrírsele... Por casualidad... O porque alguien desde arriba estaba
moviendo los hilos de ese títere tumbesino y le indicara qué movimientos debía
hacer, Demian cometió el error de atropellar con su clark a Ned Kirby, un doble
de riesgo, incapacitándolo por más de 120 días (casi le cortó los pies).
“Cimarrón”, así el nombre
del western que marcó una era en el cine yanqui, se encontraba a medio filmar,
y Kirby era irremplazable. Era el encargado de montar bravíos corceles sin
montura; sin trucos... Kirby era la sensación de las escenas haciendo lucir a
Glen Ford, a quien doblaba magistralmente. Y por culpa de Demian, todo se había
derrumbado.
A partir de aquella trágica jornada, todos en el set, principalmente el director del filme, Anthony Mann,
comenzaron a ver en Demian a un enemigo, al culpable de la catástrofe. Glen Ford le tomó un odio indescriptible. David
Opatoshu, no podía siquiera escuchar su nombre. Y Vic Morrow, el que fuera
luego el famoso Sargento Sounders de la serie Combate, hasta quiso
estrangularlo.
La película estaba
literalmente parada, no había un ser sobre la tierra con las habilidades de
Kirby. O al menos eso se creía hasta que se escuchó aquella voz:
- “Yo sé algo de
caballos... En mi pueblo, tuve una larga experiencia con todo tipo de
animalitos”
Era Demian, quien viendo que
con el correr de los días cada vez más personas lo miraban con ganas de
matarlo, decidió ponerle el cuerpo a la cosa... Lástima que nada supiera de
montar a caballo, ni se le pareciera en lo más mínimo a Glen Ford....
Continuará…
17 febrero, 2013
Dakota del sur, el comienzo del odio
La hamaca cavilaba de lado a lado, al compás de la brisa.
Cual péndulo, hipnótica. Aquel verano se había tornado insoportable para él.
Como abstraído, entrecerraba sus ojos mirando a lo lejos, en un intento vano
por desentrañar alguna figura humana.
Demian estaba solo, como todos los veranos en la casa de su
tía Harriet, hermana de su madre Felisa. En el medio de esa nada, el peruano
aguardaba la presencia de quien sería su compañía por lo que restaba de ese
cálido y aburrido enero en Bassett, un pequeño pueblo de Dakota del Sur,
ubicado en la intersección de las rutas 7 y 20.
Junto a él, una vieja bicicleta con una sola rueda, que el
viento se encargaba poner en movimiento para regalarle el único sonido posible,
un chillido agudo e insoportable. Tan patético como aquella soledad. Más allá,
un viejo trineo, entretenimiento de vaya a saber quién, en los crudos inviernos
que castigaban la zona.
Harriet había salido un momento al pueblo, de compras.
Tardaría unas horas.... "Allí dejé preparándose tu merienda, Demian". dijo al despedirse. Demian había quedado a cargo de la casa. Bah!... a cargo,
es un decir. Como cualquier chico de 11 años, el peruano era tan solo una
presencia humana, en el mejor de los casos. Estaba ansioso, espectante. No sacaba su vista del
horizonte, como si de tanto mirar apurara al visitante esperado...
De pronto, el milagro se produjo. Alcanzó a divisar un
puntito en movimiento. Podía ser un perro, un jabalí, un búfalo... Pero, no, se
movía en línea recta hacia la casa, de manera inteligente y decidida, y su
forma no semejaba ningún animal.
Demian miró hacia la puerta y atinó a ir hacia ella, pero el
impulso le ganó la partida. Como una bala -algo premonitorio si analizamos su
paso por la vida-, corrió hacia aquella silueta que haría de sus tristes días
un parque de diversiones.
-
“Dionisio!”, gritó, y rompió ese pétreo y monótono
silencio
-
“Dionisio!!”, repitió con tanta furia que hasta pudo
escucharse un eco lejano, devolución de las formaciones rocosas que circundaban
el lugar
-
“Demian...”, se escuchó a lo lejos una voz seca y dura,
cuyo énfasis distaba mucho de la festiva bienvenida dispensada por el peruano.
Demian corrió presuroso. Su entusiasmo le impidió ver un par
que cascotes y unos yuyos que le provocaron un par de caídas y magullones en
aquella enloquecida carrera hacia su hermano. Pero no le importó. Se recuperó
de ambas como si nada le importara más que aquel muchacho, de 15 años, al que
iba a darle el más grande de los abrazos...
-
“Dionisio, hermano querido! Qué alegría me da verte!”
-
“Hola, Demian...”, se le escuchó, tan seco y parco como
antes. Sin vida, sin ganas, algo que Demian percibió de inmediato, aunque
disimuló con maestría.
-
“La tía Harriet no está, estoy solito!!..”, le informó
a su hermano... “Y estoy preparando el chocolate caliente que tanto nos
gusta!”, remató eufórico, entretanto intentaba tomarlo de la mano para llevarlo
a la casa.
Dionisio escondió la suya en un acto por demás descortés que
no le importó hacer manifiesto.
-
“Vamos, debe estar calentito ya!”, volvió a decirle,
cuando Dionisió comenzó a percibir un extraño y acre olor en el aire
Estarían a unos 500 metros de la casa, pero suficientes para
ver lo que estaba sucediendo. El humo y el hedor a madera quemada no podían
provenir de otro sitio.
-
“Demian, apagaste el fuego antes de salir de la casa de
tía Harriet?”, reclamó Dionisio sabiendo la respuesta.
-
“Esteee... Uh!!, me parece que se está quemando el
chocolate!. Desde acá se ve el fueguito chiquito de la hornalla"
-
“Pelotudo!... Las llamas chiquitas que ves tienen como
10 metros, es la perspectiva!!. Se está quemando la casa, sos un imbécil,
Demian y la p....!"
Demian se puso a correr como loco. Aquellos 200 metros no terminaban más. Dionisio blasfemaba e insultaba al pequeño Demian con todos
epítetos y neologismos dignos de una nueva revisión de la Real Academia.
-
“La casa, la casa”, gritó Dionisio, “Mis cosas, mis
juguetes, mi infancia!”, sentenció en medio de un mar de lágrimas.
-
“Uy!!, que cagada me mandé!”, sollozó Demian por lo
bajo, “Pero no te hagás tanto problema, que la bici estaba toda rota, tenía una
rueda sola...”, agregó a modo de consuelo un tanto pelotudo...
A Dionisio se le transformó el rostro. Algo pasó por su
mente... Y entre llantos, comenzó a revolver a su paso lo poco que quedaba de
la casa, hasta que vio el viejo trineo, ardiendo como una pira funeraria
-
“El trineo, el trineo!”, gritó y se ahogó por el
humo...
La última imagen que pudo ver de su querido juguete era su
nombre “Dionisio Ferrante Kr...”. El fuego ya lo había consumido el resto del
apellido....
-
“Mi trineo, mi trineo!,” repitió ritualmente...
Dionisio buscó a Demian con su mirada, quien corría
sonriendo con la vieja bicicleta caliente en sus manos, repitiendo “Te salvé la
bici, Dionisio, la bici, la bici!!”, como si se tratara de una patética réplica
del enano de la Isla de la Fantasía...
Demian sintió los ojos crispados de su hermano en los suyos,
y todo el odio. No comprendió porqué... Solo años después, viendo Citizen Kane,
de Orson Welles, tomaría cuenta de lo sucedido aquella tarde.
14 agosto, 2012
Un hecho que pudo haber cambiado al mundo (1) – Ultima parte
Demian tendría una labor pequeña, por ser
su debut, pero bien remunerada: $ 1.000 dólares, cifra que le permitiría irse a
Norteamérica y dejar atrás a su hermano y las discusiones por el poder en el
seno de la familia.
Y aunque también sería la última, se
debatía entre “aceptarla o rechazarla”, ya que sus manos, a partir de ese día
en que cruzara la línea, estarían manchadas de sangre.
Sabía del riesgo que corría. Sabía que no
podría ver a nadie más frente a frente sin sentir vergüenza. Y quizás haya sido
por eso que tomó la resolución que tomó.
A la mañana siguiente del robo, Demian se
anotició por los diarios... Toda la banda, 9 (2) en total los que participaron
del robo, habían sido abatidos. Un llamado anónimo había puesto en alerta a la
policía, y ésta les había tendido una trampa mortal.
Demian, finalmente, había decidido no
participar del hecho. Intuición, arrepentimiento, sentido común?....
No…
A los pocos días del hecho, el peruano
recibió una carta en su hogar. Era la primera vez que le escribían... El
remitente llamó la atención de la madre, Felisa, quien le entregó el sobre y le
preguntó: “¿Dime, hijo, en qué andas?”.
El peruano no respondió. Simplemente
cumplió lo que la carta le ordenaba y se dirigió al Ministerio del Interior a
retirar algo... Era un premio: La
Beca “Pájaro Campana” al “Buen Comportamiento Ciudadano”.
Casi U$S 2.000 cash. Y todo por avisar a la policía del robo que finalmente se
frustró gracias a su ayuda.
Demian partió a U.S.A. bajo un nombre falso
al poco tiempo. Y su padre, Doroteo, jamás fue detenido nuevamente por la
policía durante su trabajo nocturno (3).
Ah!... Y un dato más no menor: el día que
Demian partió al extranjero, aquellos zapatos de tacos altos desaparecieron
misteriosamente.
Fin
(1). La nota fue
así titulada, ya que de haber muerto Demian en el enfrentamiento policial, el
mundo no lo estaría padeciendo como escritor hasta el día de hoy.
(2). El cuerpo de
Edmundo Carlés, jamás pudo ser identificado en forma positiva entre los 9
abatidos. Algunos historiadores suponen que sobrevivió al asalto del camión
blindado, y que sería el verdadero “cerebro” detrás del complot en contra del
peruano Dorado… ¿Será cierto?
(3). Dicen que
dentro del trato con las autoridades del Ministerio, Demian exigió que la
policía dejara trabajar tranquilo a su padre por las noches… “Con un aportante
menos en la familia…” -decía Demian pensando en su partida hacia los EE.UU- “…
va a tener que romperse mucho más el culo para mantener a mis hermanos”
FIN
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